Se inicia con éste una serie de artículos en los que se van a ir describiendo las posibilidades que se te abren cuando dispones de una impresora 3D (la tuya propia o una compartida con otros). Puede que la serie no se cierre nunca porque el campo de acción de estas máquinas es casi infinito. Espero también que en la colección vayan colaborando mis compañeros de BilbaoMakers y cualquiera de vosotros, lectores ingeniosos, seguidores curiosos y makers en general.
Cuando algo se hace asequible (ciertas impresoras 3D tienen ya un precio que puede ser pagado por una clientela muy amplia) sus usos se empiezan a diversificar. Hoy en día somos bastantes los que nos hemos acercado a este «territorio» llegando hasta él desde lugares muy distintos, con experiencias e intereses muy dispares también.
Esta serie de artículos no va tanto dirigida a los que mantienen su impresora 3D echando humo (porque tenían muy claro lo que querían sacar de ella cuando la adquirieron). Está más pensada para esos otros que tienen curiosidad por la impresión 3D de la que tanto se habla. O para los que en su día adquirieron una impresora sin tener muy claro en qué la iban a utilizar. Y también para mi grupo preferido, los que sí la utilizáis pero sufrís de vez en cuando la típica crisis creativa (esa que solo pueden padecer las personas que crean).